Después de mucho tiempo, luego de andar metida de cabeza en mi exploración del mundo culinario, casi como una versión femenina de Indiana Jones con gorro de cocinero en vez del clásico fedora, me entraron ganas de preparar un risotto. Y dado que muy en el fondo y también en la superficie, soy una gran amante del sabor de este plato, tuve de primera intención la idea de prepararlo con zetas y champiñones, así, a la manera de siempre.
Por supuesto, y por fortuna, nunca falta alguien que da consejos, alguien que nos mete en la cabeza esa eterna pregunta que ya debería yo tener activada por defecto: ¿Y qué tal si…? Una cuestión capaz de llevarnos hasta el mismo límite de la iluminación, y que en este caso se planteó exactamente así: ¿Y qué tal si esta vez pruebo a preparar mi risotto con azafrán y queso parmesano?
Pues nada, con la iluminación no se juega, así que no tuve más remedio que lanzarme alegremente al experimento. Y aunque al comienzo la combinación no me convencía demasiado por su sencillez, tengo que decir que el resultado me encantó tanto, tanto, que he llegado al punto de preparar esta receta tres veces en la última semana.
Cierto, no alcancé la tan ansiada iluminación, pero sí una buena forma de probar sabores nuevos sin complicarnos demasiado.
Consejo: sofreír el arroz el tiempo suficiente nos ayudará a conseguir una mejor consistencia.
Dificultad: media alta
RACIONES: 4
Ingredientes
400 gr Arroz arborio o redondo
3 litros de caldo de pollo
200 gr de queso parmesano rallado
2 gr de azafrán
aceite de oliva
2 cucharadas de Mantequilla
sal al gusto
Preparación
Calentamos el caldo y ponemos un poco en una taza a la que le añadiremos el azafrán. Dejamos reposar.
Picamos finamente la cebolla.
En un cazo del tamaño adecuado, sofreímos la cebolla con un chorrito de aceite, hasta que esté transparente.
Añadimos el arroz y sofreímos unos minutos hasta que podamos ver una pequeña veta blanca en el centro de estos.
Añadimos el caldo con el azafrán… y un poco más de caldo.
Vamos removiendo hasta que comience a secar, le añadimos un poco más de caldo.
Seguimos removiendo y agregando caldo según nos valla pidiendo el arroz.
Cuando aún la falte unos minutos para estar listo, añadimos una cucharada de mantequilla, removemos y retiramos del fuego.
Una vez esté listo, añadimos el queso, que se fundirá con el calor residual.
Servimos caliente.