Siempre me ha encantado la pastelería. Siempre me ha encantado quedarme mirando todos esos postres de ensueño que podemos ver en los libros, creados por grandes chefs, sintiendo además un deseo urgente de poder crear yo misma un postre que enamore al verlo, que al probarlo pueda alegrarnos el día.
Es por este mismo motivo que me animé a entrar a la Escuela de Arte Pastelero Torreblanca para seguir un curso de tres meses. Así, pues, he salido de Mallorca y me he venido hasta Alicante, dejando mi casa y mi cocina, lo que ha hecho que se vuelva un poco difícil poder cocinar de la misma manera que antes, y de hecho, pasa lo mismo con las fotografías. Todo es más complicado ahora, y sin embargo estoy segura que vale la pena esté pequeño cambio.
Y bien. Aquí estoy. La escuela es relativamente nueva, sin embargo las clases están dirigidas por Paco Torreblanca, maestro pastelero reconocido a nivel mundial por su trabajo, y por Jacob Torreblanca, su hijo, que ha heredado la pasión y la técnica del arte pastelero.
Ingresar a este curso ha sido una montaña rusa de emociones, esperando el gran día de inicio con la ilusión y el temor de no saber como serían estos tres meses sola, en un nuevo hogar… claro temporalmente hablando. Pero la parte más dura no es esa. Es curioso cómo algo tan simple como llegar y conocer a una persona puede convertirse en un evento en toda la regla.
Llegar a conocer a los Torreblanca en persona, ha sido para mí a la vez emocionante y terrorífico. Una experiencia de esas. El primer día de clases, como se imaginarán, fue especialmente así. Al entrar al aula y levantar la mirada me encontré al chef Paco, allí, mirando a su nueva alumna (osea, yo) con una sonrisa. Uno de esos momentos en los que tu ídolo se vuelve persona y te come la lengua el ratón. En serio, una nuca está realmente preparada para esas cosas.
Entonces, ¿Cómo es la vida por aquí?
Cada día al llegar a la escuela nos encontramos un delicioso café y diferentes tipos de bollería que han preparado para nosotros, todo un detalle. Lo digo de verdad, cada mañana al levantarme pienso siempre en lo que iremos a preparar ese día, en las diferentes recetas y técnicas de decoración que aprenderemos de Jacob y Paco… y pienso también en el desayuno, por lo que levantarse temprano es una alegría.
En cuento al curso en sí, me resulta emocionante.
Cuando en chef Paco nos enseña alguna elaboración, nos trasmite inevitablemente la enorme pasión que siente por lo que hace. Sonríe todo el tiempo mientras nos cuenta diferentes anécdotas y nos hace disfrutar de todo el proceso. Jacob, por su lado, es algo más serio, sin embargo siempre nos hace pensar un poco mas allá, dándonos ideas y conceptos realmente importantes para todos los que tengan deseos de emprender un negocio, o simplemente por conocimiento personal. En verdad, maestros de auténtico lujo.
Luego de todo esto tenemos que poner en práctica cada cosa que hayamos aprendido y los viernes podemos ver el resultado de todas nuestras elaboraciones. ¡Un momento emocionante donde vemos el fruto de nuestro trabajo!
Pues bien, aquí estoy compartiendo mis experiencias y prometiéndoles a todos reseñar muy pronto uno que otro truquito que vaya aprendiendo.
¡Nos vemos!